domingo, 21 de mayo de 2017

nuevos ministerios



yo creía que, si me hubiera quedado en el vagón del metro, con aquel hombre negro borracho, si me hubiera quedado a aplaudirle su canto a: la pobreza, la intolerancia, el exilio forzoso, el perro guía que descansaba en el suelo por el calor. Si me hubiera quedado, o bajado con él para seguir su danza allá hasta loquenoesoccidental, hacia la obsesión por ser alguien, con mi piel blanca; si me hubiera quedado con los otros dos chavales negros que se subieron al vagón en Nuevos Ministerios y tomaron su relevo tan solo chocando las cinco, sentándose como fantasmas en un par de asientos; si me hubiera quedado allí, si lo hubiera hecho y no hubiera tomado la iniciativa de comprar una cajetilla de cigarros porque mi cuerpo no paraba de temblar y en mi piel habían salido unas salpicaduras extrañas, moradas, que al menos no picaban en absoluto. sin embargo no lo hice, porque yo creía que mi imagen y mi lenguaje no son lo suficientemente sensibles como para cambiar el tiempo; sin embargo jamás supe leer bien a Kafka, ni desarrollé el pensamiento kafkiano, ni me adherí a ningún viaje, quedé fuera de, como todo cuanto hago, y aún siento sus dedos dentro de mí, los siento, me aferro a esa imagen, me aferro a sus dedos en mí, en mí…

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