martes, 7 de junio de 2016

no puedo ponerme a escribir


ESTRAGON: ¿Ya no tenemos derechos?
VLADIMIR: Me harías reír, si me estuviera permitido.
ESTRAGON: ¿Los hemos perdido?
VLADIMIR (con claridad): Los hemos vendido.
- Esperando a Godot, Samuel Beckett.

Alice in den Städten, Wim Wenders, 1973.

No puedo ponerme a escribir porque no soy capaz de pararme a pensar porque esta semana trabajo nueve días sin apenas descansar y resulta que el banco me ha quitado dinero por error y encima todo el mundo me dice que la ropa que me hacen poner es terriblemente fea. Y fea me siento yo cuando me miro en el espejo que a pesar de que el periodo se ha ido todavía veo granos horribles en mi cara que dicen te voy a cicatrizar y yo me cicatrizo en el sexo que no consigo tener porque mi vida se rige a hablar con gente, desde luego, demasiado fea e ignorante como para permitirme tener una vida privada.

No puedo ponerme a escribir, pero me encantaría contar que Joline se santigua siempre antes de comer y que desde hace un par de días existe el pánico en las calles por culpa de un posible ataque terrorista. Papá dice que son gente inculta y fanática, yo digo que si me muero, al menos que D. sepa que lo quiero y que siempre lo querré, aunque solo sea el impulso de decirlo antes de que todo cambie para siempre y, quién sabe, quizá mañana de mí ya no quede mas que la ropa fea. Santo Dios, qué angustia tener que vivir día sí y día también pensando en el paraíso sin saber dónde está la frontera. Que no puedo ponerme a escribir, pero al menos ya no estoy triste, sino más bien llena de rencor y odio y, todavía peor: indiferencia. No puedo contar lo mucho que me duelen los pies, porque solo tengo tiempo para moverme y hablar, moverme y estornudar.

Por las noches, a veces, voy a la zona del Rhein y bebo mientras gente grita y pobres recogen las botellas vacías de cerveza para ganar unas perras. Y santos los domingos, por encima de todo, día del Señor y de descanso para el proletariado; para rezar con gusto y dedicación, en el trabajo, claro, en el almacén, organizando códigos y números durante cinco horas. No puedo ponerme a escribir, porque en mi cabeza no para de sonar White flag de Dido y todo el mundo me pregunta por qué esa canción, si es muy triste, y yo me encojo de hombros, porque te juro que no estoy triste ni enamorada, solo llena de indiferencia. Es como si de repente también fuera Because de los Beatles y todo transcurriera muy lento y oscuro. Además, un hombre me ha preguntado en el metro, si la parada siguiente era la de Heinrich Heine Allee. Llevaba una mochila y tenía diversos tics. Pensé en la alarma terrorista y me dije: quizá, si sucede, realmente no pueda ponerme a escribir nunca más. Sin embargo.

No hay comentarios :

Publicar un comentario