¡No me dejes a solas con mis muertos!
— In vino veritas, Ludovico Silva
Hoy
bebo por todos los muertos.
Por
los muertos que pasaron al olvido habiendo sido en vida sufragio abierto.
Por
los muertos que fueron olvido y tras la muerte tan sólo un rastro de polvo en
una fosa común.
Por
los muertos que trabajaban cuando tenían carne y la dejaron toda en la
esclavitud de la vida.
Por
los muertos que escribieron y jamás fueron leídos.
Por
los muertos que fallecieron repentinamente en el barrio y nadie los socorrió.
Por
los muertos que buscaron la igualdad y sólo encontraron burla y abuso sexual.
Por
los muertos que se fueron al exilio y allí sufrieron la enfermedad del
abandono.
Por
los muertos que ocurrieron en un tiempo anacrónico y jamás encontraron la
felicidad.
Por
los muertos que fueron rezados y atados al Rosario de los vivos.
Por
los muertos que buscaron a otros muertos y sólo encontraron ceniza y destierro.
Por
los muertos que quedaron en blanco.
Por
los muertos que amaron tan fuerte que resucitaron el corazón.
Por
los muertos que siendo muertos jamás perturbaron el descanso de los vivos.
Por
todos ellos.
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