He dudado de la existencia de Dios: las personas grandes siempre mienten y ellas me hablaron de la existencia de Dios.
Silvina Ocampo
Detachment, Tony Kaye, 2011.
Cuánta gente feliz, cuánta gente
bebiendo cerveza en la calle para combatir el frío. Un hombre vestido de mujer
se tropieza con los tacones y cae al suelo, malherido en su borrachera,
abochornado en su vida oscura, lúgubre, pobre. Grita, histérico, con voz de
mujer rota.
Cuánta gente feliz, cuánta gente
pidiendo dinero para poder serle fiel a Dios. Se sientan en el asfalto con un
perrito cabizbajo y aúllan al invierno. Auuu auuu lobo hambriento en la ciudad.
Cuánta gente feliz, cuánta gente
entrando y saliendo de los negocios, cargados de bolsas de plástico, de bolsas
en los ojos; cargados de dolor en la espalda. Cargo yo con el peso del
arrogante en mi humildad, me estoy convirtiendo en una experta de la mentira
diciendo esto sí esto fenomenal. Mentira mentira. Mentira. Todo es provisional.
Este frío es provisional. Esta ropa cara es provisional. Este almuerzo rápido
es provisional. Este dinero que gano es provisional.
Cuánta gente feliz, cuánta
alegría en el metro cuando dos jóvenes se pelean y se machacan a puñetazos.
Cuánta gente muda gritando muy alto, cuánto beso rápido e inseguro en el vagón.
Cuánta calamidad esparcida por el suelo mojado, cuánto requiebro fuera de
contexto, cuánto machismo en este sábado, cuánto recuento inverosímil. ¿Es
esto, todo esto que vemos, la insulsa aceptación del destino humano?
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