domingo, 20 de diciembre de 2015

un mundo feliz

He dudado de la existencia de Dios: las personas grandes siempre mienten y ellas me hablaron de la existencia de Dios.
Silvina Ocampo 
Detachment, Tony Kaye, 2011.

Cuánta gente feliz, cuánta gente bebiendo cerveza en la calle para combatir el frío. Un hombre vestido de mujer se tropieza con los tacones y cae al suelo, malherido en su borrachera, abochornado en su vida oscura, lúgubre, pobre. Grita, histérico, con voz de mujer rota.

Cuánta gente feliz, cuánta gente pidiendo dinero para poder serle fiel a Dios. Se sientan en el asfalto con un perrito cabizbajo y aúllan al invierno. Auuu auuu lobo hambriento en la ciudad.

Cuánta gente feliz, cuánta gente entrando y saliendo de los negocios, cargados de bolsas de plástico, de bolsas en los ojos; cargados de dolor en la espalda. Cargo yo con el peso del arrogante en mi humildad, me estoy convirtiendo en una experta de la mentira diciendo esto sí esto fenomenal. Mentira mentira. Mentira. Todo es provisional. Este frío es provisional. Esta ropa cara es provisional. Este almuerzo rápido es provisional. Este dinero que gano es provisional.

Cuánta gente feliz, cuánta alegría en el metro cuando dos jóvenes se pelean y se machacan a puñetazos. Cuánta gente muda gritando muy alto, cuánto beso rápido e inseguro en el vagón. Cuánta calamidad esparcida por el suelo mojado, cuánto requiebro fuera de contexto, cuánto machismo en este sábado, cuánto recuento inverosímil. ¿Es esto, todo esto que vemos, la insulsa aceptación del destino humano?

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