Había una vez gente a la que le
tuve que vender calcetines y toda clase de medias. Había una vez la mujer que
me odió sin conocerme. Había una vez el cliente desagradable y el cliente
amable. Había una vez la música que se repetía una y otra vez, una y otra vez
durante ocho horas. Había una vez comiendo en un pasillo muy estrecho, rodeada
de muchas cajas de talla M, sol en la calle. Había una vez el aspirador que
tuve que pasar, los espejos que tuve que limpiar. Había una vez el billete
morado de 500€ que no era para mí. Había una vez la complejidad y desolación en
otro idioma. Había una vez la Navidad en una calle conocida para el ciudadano
pero desconocida para mí. Había una vez el café de las 22:30 pm. Había una vez
la quedada con turcos que son turcos pero que hablan muy bien el idioma mudo. Había
una vez un turco que parecía asiático. Había una vez un turco que era padre. Había
una vez demasiada gente en la calle. Había una vez un chico sin medio brazo. Había
una vez un paseo a casa andando deprisa y evitando a los borrachos. Había una
vez la oscuridad de la noche cerrada. Había una vez el calor de una cama. Había
una vez el recuerdo fugaz de un cuerpo. Había una vez la luz de la mañana, el
dolor en los pies. Había una vez sin café y con legañas. Había una vez el deseo
de no querer ser adulta tan de repente, tan sola, tan lejos de región.
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