domingo, 22 de noviembre de 2015

había una vez


Había una vez gente a la que le tuve que vender calcetines y toda clase de medias. Había una vez la mujer que me odió sin conocerme. Había una vez el cliente desagradable y el cliente amable. Había una vez la música que se repetía una y otra vez, una y otra vez durante ocho horas. Había una vez comiendo en un pasillo muy estrecho, rodeada de muchas cajas de talla M, sol en la calle. Había una vez el aspirador que tuve que pasar, los espejos que tuve que limpiar. Había una vez el billete morado de 500€ que no era para mí. Había una vez la complejidad y desolación en otro idioma. Había una vez la Navidad en una calle conocida para el ciudadano pero desconocida para mí. Había una vez el café de las 22:30 pm. Había una vez la quedada con turcos que son turcos pero que hablan muy bien el idioma mudo. Había una vez un turco que parecía asiático. Había una vez un turco que era padre. Había una vez demasiada gente en la calle. Había una vez un chico sin medio brazo. Había una vez un paseo a casa andando deprisa y evitando a los borrachos. Había una vez la oscuridad de la noche cerrada. Había una vez el calor de una cama. Había una vez el recuerdo fugaz de un cuerpo. Había una vez la luz de la mañana, el dolor en los pies. Había una vez sin café y con legañas. Había una vez el deseo de no querer ser adulta tan de repente, tan sola, tan lejos de región.

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