martes, 10 de noviembre de 2015

adiós

¿y cómo explicar cuando parta que el pañuelo de la despedida estaba seco?
— Kutxi Romero Lorente

Twin Peaks, David Lynch, 1990-1991.

Miren, me largo. Me voy de aquí. Mudo de país, de vida, de piel. Me voy. Adiós. No digan nada, veo en sus miradas la indiferencia. No me conocen, pero yo se lo digo: adiós, cuídense, sean buenos, no pequen y recen a Dios.

Miren cuánta miseria. Me voy de aquí. No existe la oportunidad ni la esperanza para los jóvenes. No lloren por mí, les da igual. Yo soy yo y ustedes son ustedes. Yo soy egoísta y me voy, dejo aquí a mi familia, mis amigos. Dejo aquí todo exceptuando el dinero que no tengo. Adiós, les repito. Miren que si no vuelvo es por algo. Miren que si me quedo allá es por algo. Adiós. Consigan algo de dignidad y envíenmela. Esta vez me voy yo. Tendrán que despedirme ustedes, aunque sea de forma rápida y apática. No se inmuten, que seguro que vuelvo. Quizá ya no de esta manera ni con este rostro. Quizá regrese cambiada, hastiada o puede que sólo vuelva. Correré a los brazos de la madre, del padre y del hermano. Ustedes se quedarán ahí y observarán el reencuentro. También escucharán todo lo que tengo que decir, pues seguro que es mucho.

Adiós, me despido. Aquí se quedan con su corrupción, su retracción y su miseria. No me llamen valiente, me voy porque tengo que irme. Así que adiós, sean buenos, no beban demasiado a causa de sus problemas. Beban sólo si aman, si pueden hacerlo. Y brinden por ello.

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