— Kutxi Romero Lorente
Twin Peaks, David Lynch, 1990-1991.
Miren, me largo. Me voy de aquí.
Mudo de país, de vida, de piel. Me voy. Adiós. No digan nada, veo en sus
miradas la indiferencia. No me conocen, pero yo se lo digo: adiós, cuídense,
sean buenos, no pequen y recen a Dios.
Miren
cuánta miseria. Me voy de aquí. No existe la oportunidad ni la esperanza para
los jóvenes. No lloren por mí, les da igual. Yo soy yo y ustedes son ustedes. Yo
soy egoísta y me voy, dejo aquí a mi familia, mis amigos. Dejo aquí todo
exceptuando el dinero que no tengo. Adiós, les repito. Miren que si no vuelvo
es por algo. Miren que si me quedo allá es por algo. Adiós. Consigan algo de
dignidad y envíenmela. Esta vez me voy yo. Tendrán que despedirme ustedes,
aunque sea de forma rápida y apática. No se inmuten, que seguro que vuelvo. Quizá
ya no de esta manera ni con este rostro. Quizá regrese cambiada, hastiada o
puede que sólo vuelva. Correré a los brazos de la madre, del padre y del
hermano. Ustedes se quedarán ahí y observarán el reencuentro. También
escucharán todo lo que tengo que decir, pues seguro que es mucho.
Adiós,
me despido. Aquí se quedan con su corrupción, su retracción y su miseria. No me
llamen valiente, me voy porque tengo que irme. Así que adiós, sean buenos, no
beban demasiado a causa de sus problemas. Beban sólo si aman, si pueden
hacerlo. Y brinden por ello.
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