estuve
apunto de decirte,
marinero,
que
el vendaval había hecho
que
las olas rompieran en la costa.
que
huyeras,
rápido, veloz.
que
rezaras a tu Dios,
que
conservaras la confianza,
pues
una vez rota
ya no
se puede recuperar.
me lo
dijo el anónimo en sueños,
me
dijo:
infidelidad y confianza
son sapos venenosos,
son sapos alucinógenos,
son sapos enfermos.
te dejan ciego.
ya lo
ves,
marinero,
las
aguas que siempre vuelven a su cauce
ahogan
en su ciclo a los más débiles.
procura
aprender a nadar
antes
de que te toque a ti.
procura
aprehenderte,
obviar
los pies fríos.
en
este insensible trapecio llamado vida
los
punteros son meros trámites.
la
maldad está en el hombre,
en su
mirada de abedul muerto.
perdona
mi pesimismo,
pero
es que han hecho de mí
la
imagen del miedo.
los
sueños siempre me serán traicioneros.
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