The Eye of Love, René Groebli
Es la 01:20 am y la lavadora
centrifuga. El fantasma del insomnio ha vuelto. El silencio suena a dolor de
estómago. Vomito el amor que todavía me quedaba en la vorágine. La boca me sabe
mal. El mes de octubre me pinta mal. Mamá se levanta a apagar la lavadora. La
escucho bajar las escaleras. El reloj hace ruido. Lleva más de tres años con la
misma pila. Tengo la tripa hinchada. Me toco las piernas y noto el vello. Me
toco el pubis y noto el vello. La tripa hace ruidos. Mi cabeza hace ruidos.
Mamá hace ruido al subir las escaleras. Todo es raro bajo lo negro. Todo es
negro incluso cuando el sol es sol e ilumina y da calor. Hay mucha soledad
aquí, hay mucho tiempo y espacio para pensar. No quiero pensar. No quiero nada.
De repente recuerdo que el alcalde no puede atender nada de nuestras
prioridades esta semana porque vendimia. Recuerdo que a mí también me han
invitado a vendimiar. Mi tía me ha hecho flan. La gata me ha arañado la mano
izquierda. Suena la caldera, pero no hay calor. No hay nada, salvo retortijones
y gruñidos del estómago. Las sardinas no me han sentado bien. Quiero convertir
mis párpados en amparos, provechos para las noches. Dejar de extrañar al
amante. Dejar de extrañar la memoria. Dejar de extrañarme en lo cotidiano del
día. Dejar que el presente se torne vicioso y procure relatar su virtud. Pero
en vez de eso me hago un ovillo y recreo su imagen. Ahí está, tan serena, con
las manos frías, la cabeza aireada, la actitud tranquila y apaciguada. Lugar de
paz y armonía. Lugar de amor. Credo referencial. Son las 02:00 am. Espero al
sueño que nunca llega.
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