viernes, 3 de octubre de 2014

filología.
(Del lat. philologĭa, y este del gr. φιλολογία).
1. f. Ciencia que estudia una cultura tal como se manifiesta en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos.
2. f. Técnica que se aplica a los textos para reconstruirlos, fijarlos e interpretarlos.

PRÓLOGO

Un día me levanté y dije «voy a estudiar el idioma mudo».
Madre exclamó: «¡Cómo es eso!»
Padre afirmó: «lo lleva en la sangre» 
Me preguntaron tres veces sobre mi decisión, esperando que negara las tres (o dos a una —eso hubiera sido suficiente cantidad para replantear la sentencia). Repetí «voy a estudiar el idioma mudo» todos los días en los meses que vinieron antes de que fuera verdad. Les hice creer que lo lograría y, poco tiempo después, dije mis primeras palabras.


PRIMER CAPÍTULO

Por el idioma mudo abandoné el hogar y la alcoba de mi infancia; me deshice del crepuscular pensamiento rutinario y de los lamentos de la esquirla almidonada. Dejé atrás mis muñecas, el cacao de las mañanas, mechones de mi pelo.
Madre recordó: «vuelve en caso de que el llanto sea demasiado membrudo»
Padre advirtió: «trata de gastar poco»
Entonces empecé a alimentar mis ganas y engordé.


SEGUNDO CAPÍTULO

El idioma mudo es una aventura. Me di cuenta de ello cuando me vi atrapada en su fonética forzada y en la ambigüedad de sus géneros. Niña, por ejemplo, es neutro. Exclamé: «¡Yo no puedo con esto!».
Madre dijo: «tienes que aprender a cuidarte sola»
Padre alentó: «pequeña, eres fuerte»
Pero yo sólo era fuerte en el libro y en el carrete. Pensé «necesito modificar la piel».
Madre sugirió: «vete lejos»
Padre avisó: «ten cuidado con la cartera»
Pero no me dijo que tuviera cuidado con el corazón ni con los pintalabios baratos. Fue el idioma mudo el que me lo dijo trayendo un amor que actuaba como el mejor de los alcaloides. En aquel momento resucité y supe que de ahí en adelante iba a desteñir por cualquier cosa.


TERCER CAPÍTULO

El idioma mudo tiene muchos dialectos. En el norte, por ejemplo, no se habla de la misma manera que en el sur. El genitivo es importante y la valencia del verbo también. El idioma mudo tiene la particularidad de ser dinámico y complejo. Muchos escritores han hecho maravillas utilizando como lengua el idioma mudo. Y cine en blanco y negro. Uno de los profesores me comenta esto bajo la atenta mirada de la Embajada de Mudolandia. Alzo las cejas y digo «igual encuentro mi sitio en el S.XX».
Madre asiente: «es decisión tuya»
Padre reitera: «tiene que gustarte»
De esta manera me propongo ser yo como primera condición e ignoro las voces que me llaman para salir al encerado y recitar, con cierto tono patético, la lección mal aprendida.


CUARTO CAPÍTULO

Citando a Hamlet, «ser o no ser, esa es la cuestión». Por qué en esta vida tienes que ser para no llegar nunca a ser. Quién soy yo y quién eres tú. Qué es lo que quiero. Por qué y cómo. Dónde. Para qué. En qué sentido.
Profesor dice: «decide sobre tu futuro cuanto antes»
Gente dice: «tienes que enseñarles a otros la lengua muda»
Padre y madre dicen: «no pierdas mucho tiempo pensando»
Amigos dicen: «vas a morir de hambre»
Y de repente la mujer en la literatura muda como un soplo de aire o un recital de angustioso poder oprimido. Apellidos largos y nostalgia del primer capítulo. Todo ello machacado y a punto de hervir en la nueva cafetera. El idioma mudo es mudo porque así lo quisieron los eslavos. El alcaloide abandona la vorágine. El insomnio se vuelve materia prima. Por qué tenemos que crecer. Escribe sesenta mil caracteres sobre ello y habrás acabado para siempre.

Entonces dirán: «enhorabuena, ahora ya eres filóloga muda».
Y muda me quedaré.

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