Persona, Ingmar Bergman, 1966
Sabed,
que durante todos estos años lo
único que he hecho ha sido mirar, que miraba entonces y miro ahora, como quien
lo hace en un intento de no perder la vida; la mirada como parte de la memoria,
como una declaración de intenciones que se repite una y otra vez para los
otros, para sí misma.
Sabed,
que la mirada me ha proporcionado en
todo este tiempo el don de la tristeza y el recuerdo:
vi a la abuela pelar cebollas y
llorar,
vi a la madre pelar cebollas y
llorar,
vi a la niña pelar cebollas y no
llorar,
porque
recuerdo que vi a la niña queriéndose alegre mientras que, los ajenos, deseaban
llegar a ese instante donde mirar era como descansar de la palabra:
Tú lo sigues viendo todo como antes, ¿verdad?
Era como llorarse en silencio, como
si una no supiera ya volver a ser la misma, siendo ante todo parte del dolor de
la añoranza.
Por
eso sabed,
"la infancia no nos ve
no se mira al espejo
en nuestros ojos".
Por
eso sabed,
mirar
era la forma de hacerse volar mientras sonaban las campanas, cada vez más y más
cerca de las sombras de verano, en la pared, en la niña que envejecía a cada
minuto, confirmado por aquellos ojos míos durante el miedo a quedarme sin
ellos.
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