La Notte, Michelangelo Antonioni, 1961 |
Te lo vuelvo a
repetir:
estoy perdida,
yo sola, yo misma,
tú ya no miras,
marchándote,
mi cuerpo permanece
desnudo,
veo tu rostro, igual
que el de tu mamá.
Esta es la muerte que
amo,
a la que tanto me he referido:
mis problemas con
Dios y mi yo como único enemigo.
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