Magical girl, Carlos Vermut, 2014. |
Te amo, Tierra, ¡ojalá estuvieras triste conmigo!
-Hölderin
No es cierto,
que tenga,
que haya tenido,
un gran
parecido, no sé,
se podría
deducir,
aunque no es
cierto,
quizá en
alguna ocasión;
sin embargo,
aquí estamos
todos: tú y yo,
ausentes, estamos.
¿Cómo te lo
dije la última vez?
Ya no me
acuerdo, ¿te acuerdas tú?
No. Por qué
pregunto si no quiero respuestas.
Bueno, quizá
la culpa es mía, siempre haya sido mía, mirarte así, como si estuviera loca, o
como si tú estuvieras loco, creo que es así.
Deseo, me
encanta desear, pero ojalá no fuera así, tan terrible, la culpa es mía,
no es ser
mala, es ser persona, es ser; muy bien, debería considerarme más,
pero qué
sentido tiene, qué sentido ha podido tener, cuando dices: estoy confundido
-¿Dónde estaba yo cuando lo dijiste?-
A lo mejor,
puede que sea así, te pido disculpas;
no, me las
pido a mí, soy quien debe disculparme, no diré nada, ni siquiera cuando suceda
lo que tiene que suceder, o lo que ya tenía que haber sucedido, más lo que
sucedió, más lo que sucederá, pero no lo que sucedería cuando ya lo hizo, es lo
más correcto.
Solo
pretendo, como siempre, pretendo escribir,
quién sabe
quién leerá todo esto, quién lo pudo haber leído ya, en otra parte, es
probable, cuánta probabilidad puede haber en una palabra, en una frase y en un
libro entero, ¿qué más se puede decir?
Mejor
todavía, me quedo aquí, si ya me he ido, me quedo aquí, quizá suene el timbre,
quizá aparezcas, o aparezca; quizá, no sé, quizá no es una mala situación, como
si quisiera estar siempre en una hiper-reflexión, como si querer-decir es estar
diciendo, nada nunca es cercano a ti, ni a mí, por aquí, por allá, se podría
deducir de ello, se puede deducir de ello.
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