domingo, 26 de noviembre de 2017

diario de una ictericia: algunas entradas


Vida y muerte han sido mías, y yo he sido monstruosa.
- La pasión según G.H, Clarice Lispector


día 12 (11/09/2017)

He temido en seguida –después de que se me ordenara desintoxicarme encerrándome en la habitación de mi infancia–, que en cuanto a mí misma, solo me queda amar lo que queda de mi cuerpo. Esto me resulta insoportable, puesto que desde hace un tiempo estoy en la búsqueda de un alma pura. Sin embargo, nunca, hasta ahora, cubierta de esta ictericia, he despreciado tanto la vida. Supongo que esto es el amor, o en su defecto una especie de carencia que necesita desaparecer por completo. Aplico violencia en mi memoria: no soy dueña de esta vida, no soy dueña de esta esperanza, tengo que matar la imagen que me devuelve el espejo, que afirma que yo soy, no sin antes haber descartado, en algún otro lugar, la idea que tengo de mí misma.

día 13 (12/09/2017)

Quizá sea eso lo que quiere que piense mi enfermedad. Que la escriba de este modo. La habitación, mi habitación, un libro lleno de páginas con moho en las esquinas. ¿A dónde me lleva esta habitación? ¿Qué hace conmigo cuando duermo? Ten fe, me digo a medida que me tumbo en la cama y dejo que el dolor y el sudor fluyan por las extremidades. Una larga paciencia transcurre hasta que concilio el sueño, y ya no se me permite ver a través de lo negro lo feliz que pude haber sido alguna vez. Ya no te conozco de nada, le digo a la oscuridad antes de evidenciar la muerte de otro sentido.

día 16 (15/09/2017)

Palpar el cuerpo. Todavía hay algo de belleza en él antes de que se complete el triste sabor de la raíz contaminada. Observo mis ojos: ojos que antes brillaban, desesperados, que devoraban insaciables los huecos vacíos de los rostros, ojos que antes amaban las mañanas y los muchachos, y que se alimentaban de libros, secretos y silencios. Observo mi boca: boca que niega el alimento, que lo expulsa. Boca enferma. Boca del mal, de la herida. Boca que antes deleitaba con otras bocas, en partes del cuerpo. Boca que se adhería a la palabra y que ahora niega la vida a cada bocado. Observo mis manos: por los ojos y por la boca me he contaminado, pero por las manos llegó el ciego y la fiebre –ay, con estas manos he recogido la sangre y las heces–, por las manos llegó el gesto y el saludo al pasado, por las manos se transmitió la enfermedad del hígado –que habrá ido a parar a otras manos y que será visible por otros ojos, saboreado por otra boca–. Qué harás cuando tú, que te has humillado, mueras…

(...)

día 27 (26/09/2017)
           
El estómago, digo, el estómago me está pidiendo a gritos misericordia. Primero, el temblor de la mañana, algo oscura; luego, mi cuerpo convertido en una cariátide. Y no, ya no tengo la sensación de estar enferma de tiempo.

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