miércoles, 28 de diciembre de 2016

misa en el geriátrico (écriture automatique)

Papá dice
que esto es el último hotel del hombre
y yo miro a mamá
y digo,
mira cómo se encoge el cuerpo
mira cuántos hongos tiene el hombre en las manos
                        y hasta en la lengua.
Yo no quiero estar así, mamá, yo no quiero acabar así.

Ruega por nosotros.

Escuchar a una mujer, en este, el último hotel,
escucharla decir:
¡Me muero, me muero!,
llamando a su madre, cuyo fruto de su vientre es bendito,
¡Mamá, mamá!,
abandonada en la habitación de su último hotel.
Y yo miro a la mía, bendita entre todas las mujeres,
y pienso
quizá yo también te llame, pregunte
por qué estás muerta.
Una madre nunca debería morir, Santa María,
una madre nunca debería abandonar a su hija.
Tan llena de gracia.
No te mueras nunca, mamá,
rogaré por ti en la hora de mi muerte.

Y hay una misa en este, nuestro último hotel,
donde todos rezan y asumen que son pecadores.
Oh Diostodopoderoso, yo también soy sierva tuya,
pero voy a rechazar besar la estatua del niño Jesús,
que este párroco me ofrece con una sonrisa icónica.
Ya la han besado muchos.
Miro mejor la mesa que hay aquí puesta, llena de aceitunas,
empanada, patatas fritas, polvorones, vino y cerveza;
y deseo, deseo fervientemente alcanzar un botellín,
bebérmelo de un trago bajo la atenta mirada de mamá.
Desterrada hija de Eva.

Consuelo, toma el cuerpo de Jesucristo Nuestro Señor,
yo tomo el poder de la imaginación, fuerte, ardiente.
Voy al baño un momento, y cuando vuelvo, todos, hasta el cura,
están comiendo del agradecimiento del propietario;
comiendo como buitres, muertos de hambre, tirándolo todo.
Algunos esconden en sus bolsillos trozos de empanada,
otros polvorones en el bolso.
También los hay que beben media botella de vino.
Ea pues, señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros,
esos, tus ojos misericordiosos.
Mamá dice que coma algo,
yo miro la cerveza, solo quiero esa cerveza,
pero tomo empanada y una aceituna, en este, nuestro último hotel,
donde veo a Consuelo, que come solo dos patatuelas
con boca temerosa, en este, nuestro último hotel,
donde reina la noche de paz y duerme el niño Jesús.

No hay comentarios :

Publicar un comentario